domingo, 14 de diciembre de 2008

El Mesías de Händel III

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Después de unos días volvemos a Isaías y, claro, a Händel. Hay una llamada a consolar, ¿pero cómo hacerlo? ¿Cómo llevar respiro al pueblo que está en el ahogo de la deportación?

"Hablad al corazón de Jerusalén, gritadle". Nuestras palabras pueden tener un contenido, pero el peso de las mismas no depende solamente de esto. Lo más grande puede quedar trivializado al decirlo. El consuelo que hay que llevar es sumamente importate, tiene que ser una palabra dirigida no a la periferia ni a la cabeza, sino al corazón de Jerusalén. El corazón para el hebreo no es, como para nuestra cultura, el lugar de los sentimientos. Se trata del centro de donde nacen los pensamientos, las emociones, las querencias y quereres, etc. Nosotros, también usamos corazón como centro; así, el corazón de una manzana o el de un árbol. Ahí, al centro de Jerusalén, pero no al epicentro, sino al hipocentro.

Pero no solamente es importante el hacia donde van dirigidas las palabras, también lo es desde donde son dichas. El anuncio, la noticia que va a ser motivo de consolación tiene que ser gritada. Es decir, hay que decirla con todas nuestras fuerzas, con todo lo que somos. Un grito llega más lejos cuanto más profunda es la respiración y brota desde lo más hondo. Quien tiene que ser consolado se encuentra en una situación de necesidad, precisa que la voz le llegue con claridad. La necesidad de consolar es grande, no puede quedar en un susurro, la misma alegría del consuelo que llevamos nos impide contener la voz; es inevitable gritar para quien se ve desbordado por el gozo.

¿Y cuál es el contenido de ese pregón? Lo veremos en la cuarta entrega.

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1 comentario:

Anónimo dijo...

Me has dejado en ascuas....

Gritaa!!!!!!!!!!
si, pero el qué????

MJ