miércoles, 14 de enero de 2009

El Mesías de Händel XIX

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El profeta Isaías comenzó hablándonos del consuelo que traería la intervención de Dios. Los oráculos han concretado ésta en una irrupción de su gloria en el Templo con la llegada del Señor-Mensajero. Los distintos niveles de comprensión de lo que es el Santuario nos abrían a una gran riqueza de significado. Ahora la contralto, con un versículo en los labios, lo concretará, pero no por cercenar lo demás, sino como anuncio del acontecimiento histórico que cimentará el resto: "Mirad: la virgen está encinta y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel" (Is 7,14).

Desde los evangelios, desde la fe, sabemos que se trata de la encarnación del Hijo de Dios en el seno virginal de María. Pero el contexto profético en el que el libretista de Händel ha situado el anuncio de Isaías nos da unas imágenes que dilatan notablemente nuestra comprensión.

Así como en el interior del Templo de Jerusalén estaba el Santa Sanctorum, lugar por excelencia de la presencia de Dios en medio de su pueblo, así la humanidad de Cristo, el verdadero templo de Dios, estará en ese otro Santuario, en ese lugar de su presencia que es el seno de la Virgen María.

El libro de los Reyes dedica un largo espacio a los detalles de la construcción del Templo. Con brevedad Lc y Mt nos hablan de la construcción de este definitivo Templo de Dios. No han intervenido los mejores artesanos, sino que ha sido por obra del Espíritu Santo; no ha habido que traer materiales de tierras lejanas, su carne es verdadera carne humana; no ha sido edificado en ningún monte, sino en la humilde virginidad de María. En verdad, se anuncia el Templo del culto definitivo.
 
Cuando Cristo entró en el mundo dijo: Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un cuerpo; no aceptas holocaustos ni víctimas expiatorias. Entonces yo dije lo que está escrito en el libro: Aquí estoy, ¡oh Dios!, para hacer tu voluntad (Hb 10,5ss).
Así como Moisés construyó todo lo referente al Santuario conforme a lo que Dios le indicó (cf. Ex 25-31), la Iglesia y cada uno de los creyentes tenemos el modelo en la maternidad virginal de María.

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