lunes, 19 de enero de 2009

El Mesías de Händel XXII

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Pero no solamente las cosas tienen nombres o el hombre. El Antiguo Testamento nos dice que Dios tiene también un nombre. Las realidades tienen un papel; Dios las ha creado para ayudar al hombre en la prosecución del único fin para el que éste ha sido creado, pero el hombre les puede poner otro nombre, las puede usar con otra finalidad. Cada hombre tiene una misión dentro de la gran finalidad que tienen todos, que ser hijos de Dios, pero también puede intentar darse un nombre de espaldas a la voluntad divina.

Dios no es ninguna cosa en manos de los hombres, tampoco tiene una finalidad más allá de Él mismo. Él es un acto puro de amor en sí mismo y, para las criaturas, es la finalidad última.  El Nombre de Dios es inefable, misterioso, inalcanzable para la razón humana (cf. Gn 32,30; Jue 13,18). Por la experiencia con Él, el hombre lo denomina de distintas maneras: el Dios de Abraham, el terror de Isaac, el fuerte de Jacob, etc. Pero es Dios mismo quien le desvela su Nombre (Ex 3,13-16).

Los hombres solemos tergiversarlo todo. Hacemos de las cosas fines y de las personas medios, las instrumentalizamos. También tenemos esa tentación en relación a Dios (cf. Mt 4,5ss) y, cómo no, también con su Nombre. Por ello, entre las Diez Palabras (Decálogo) de las clausulas de la Alianza del Sinaí, figura no usar en falso su nombre (cf. Ex 20,7).

De camino a Jerusalén, uno de los discípulos, tras ver orar al Señor, es decir, en diálogo amoroso con las otras dos divinas personas, le pide que los enseñe a orar. Y entonces Jesús les dice que le pidan al Padre: "Santificado sea tu Nombre" (Lc 11,2). El uso del Nombre divino es para el diálogo amoroso con Él; un nombrara que tiene que trascender este mundo, tiene que ser santificadamente; pero es algo que supera al hombre, que no está en su mano, por eso pide y pide que sea Él quien lo realice.

Y el profeta Isaías nos dice que la Virgen va a poner un nombre al niño. ¿Qué nombre? ¿Y qué será en María poner un nombre? 

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2 comentarios:

Giocondo dijo...

la verdad es que poner un nombre a cualquier niño es una responsabilidad que la Virgen tuvo algo más fácil , recuerdo a mis hermans con los libros de nombres para su niño cuando aún lo tenían dentro del vientre y como en el último momento un nombre suena bien a su madre que parece haber recibido un mensaje del cielo . Le pondrás así...
Mi nombre viene porque mi vecina de abjo se llamaba Mónica y era un bebé cuando mi hermana mayor creía que Mönica y ébé significaban la misma cosa , por eso le decía a mis padres todo el rato : Yo quiero una Mónica en lugar de decir "Yo quiero una hermana "
Esa es la historia de la elección de mi nombre

Anónimo dijo...

Aceptar "hacer vida" en ella la voluntad de Dios. VIVIR EN DIOS.