lunes, 2 de marzo de 2009

Antífona de comunión C-DI.1 / Mateo 4,4b

La primera de las dos antífonas de comunión de ayer es una resonancia del evangelio escuchado.
No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios (Mt 4,4b).
Ciertamente, ayer concretamente, al escuchar el evangelio de S. Marcos (1,12-15) no apareció explícitamente esta réplica de Jesús a la primera tentación, pero estaba presente en el corazón del creyente.

Moises, en el libro del Deuteronomio (Dt 8), cuando están próximos a entrar en la Tierra Prometida, hace un llamamiento al pueblo de Israel para que recuerde el camino por el desierto y cómo, a través de necesidades y favores divinos, Dios lo había ido educando como un padre a un hijo; en esta forma de actuar de Dios estaba siendo anticipada la revelación, por Jesús, de la paternidad divina. Ahora, en la situación en la que se encontrarán, van a correr un peligro, una tentación, parecida a la primera con la que combatirá Jesús, y, por ello, deben de tener presente lo que han aprendido, que no solamente de pan vive el hombre sino de todo lo que sale de la boca de Dios (Dt 8,3).

Satanás, cuando le dice a Jesús que use su poder para saciar su hambre (Mt 4,3), le está tentando a una existencia cerrada sobre sí misma, que viva en un círculo clausurado. Éste es el peligro que el pueblo de Israel podía encontrar en esa tierra que manaba leche y miel. Que creyera que se podía bastar a sí mismo, que podía prescindir de Dios, que lo que tenía era para servirse a sí mismo y que con lo que podía por sí mismo le basta.

Cuando nos acercamos a alimentarnos de la Palabra de Dios, la antífona nos recuerda cuál tiene que ser nuestra disposición. El verdadero discípulo se acerca a comulgar sabiendo que no se puede alimentar a sí mismo, que lo poco que puede es don de Dios y que no puede ser usado como un círculo cerrado que parte de él y vuelve a él. El hombre necesita pan, pero necesita sobre todo a Dios, porque el fin de su vida es la divinización, y este alimento es don.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

"... deben tener presente lo que han aprendido ..." Qué precioso el pasaje del Deuteronomio.
Me siento como uno de ellos cuando se me olvida que que yo solo no puedo.

Giocondo dijo...

Moises , en el libro del deuteronomio ...pero él estaba en el desierto con su pueblo que lo seguía ,
Moises no salía entre las páginas en el libro del Deuteronomio sino entre dunas y rocas , la Palabra era su alimento , no "las páginas"