miércoles, 8 de abril de 2009

XIV - Jesús es puesto en el sepulcro. 1 Corintios 15,1-4a


Os recuerdo ahora, hermanos el Evangelio que os proclamé y que vosotros aceptasteis, y en el que estáis fundados, y que os está salvando, si es que conserváis el Evangelio que os proclamé; de lo contrario, se ha malogrado vuestra adhesión a la fe. Porque lo primero que yo os transmití, tal como lo había recibido, fue esto: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado [...] (1Cor 15,1-4a).
Jesús es puesto en el sepulcro. El Sábado Santo es un día de silencio y quietud; el día de la soledad de María; el día de la espera. Pero para Jesús, aunque muerto, no es un día inactivo.

Jesús va a la morada de los muertos, a los infiernos -que no es lo mismo que el infierno o lugar de los condenados- (CEC nn. 632-635). Todos los justos del AT esperaban la salvación y Jesús muerto va a anunciársela, va a tender la mano a Adán y también, cómo no, a todos los que obrando conforme a su conciencia, buscaron cumplir la voluntad de Dios.

La muerte no es un obstáculo para que Él lleve la vida hasta el último rincón de la creación. También la vida divina puede llegar hasta el último rincón de mi ser. Todas las inercias, todos los afectos desordenados pueden ser purificados por Jesús. Cuanto más muera a mí mismo, por gracia, más me uniré a su muerte y más estaré en comunión con su resurrección.

La cita de S. Pablo ha quedado interrumpida, los puntos suspensivos son un anuncio. El Via Crucis, el camino de la Cruz, no acaba en el sepulcro. El misterio pascual culmina en la Resurrección. Esperaremos al domingo para la entrada de la XV estación.

1 comentario:

zaqueo dijo...

¿Creemos realmente que DIOS ha muerto?
Os invito a contemplar "El cuerpo de Cristo muerto en la tumba" de Holbein
http://www.homines.com/arte/hans_holbein_el_joven/index.htm
¿Se tambalea nuestra fe? El muerto del cuadro es un muerto de veras.
¿Logramos asumirla como algo real?
Mirando ese cuadro creo que esa locura de amor sólo puede hacerse desde el amor infito de Dios