sábado, 6 de febrero de 2010

Invictus


Invictus (2009) no es la mejor película de C. Eastwood, ahora bien es un trabajo suyo, el de uno de los mejores cineastas en activo. Pero además de su buena factura, la cinta plasma una historia llena de humanidad. No de una perfecta, pues los hombres, lejos de serlo, además complicamos las cosas optando con frecuencia por el mal. Esto pasa también en el arte. El mal es algo de nuestro mundo, pero cuando nuestra mirada solamente se pone en él o como horizonte último tiene la muerte y la nada, el encuadre nos hace perder de vista que también hay bien, que en el mundo se abre paso, con esfuerzo y pena, la esperanza. Nuestra película nos habla de una historia que quiere caminar hacia el bien.

Dentro de unos meses, se jugará en Suráfrica la fase final del campeonato del mundo de fútbol. Hace un puñadito de años (1995), al poco de salir N. Mandela de su prolongado cautiverio, de que cayera el régimen del apartheid y de que fuera él elegido presidente de aquel país, se jugó allí otro mundial, uno menos conocido, el de rugby. Después del régimen racista, la nación estaba desgarrada por dentro; tras años de no poder participar en torneos internacionales por las sanciones impuestas a Suráfrica por su sistema de segregación, el equipo estaba en horas bajas. Para los blancos, el combinado nacional de rugby es símbolo de su orgullo; para los negros, lo es de la pasada opresión. El deporte se va a convertir en una metáfora causal, es decir, en símbolo de la política de reconciliación que quiere llevar a cabo un hombre.

Hay políticas que buscan unir, otras se sirven de la división. Hay quienes ven personas, otros intereses particulares. Hay mentes que abren horizontes, otras que exudan sectarismo. Pero lo uno y lo otro lo hacemos las personas. La calidad de éstas es lo que va definiendo la historia y las sociedades. El primer paso para cambiar algo es empezar por uno mismo.

2 comentarios:

zaqueo dijo...

Ese hombre, Mandela, salió de la carcel habiendo perdonado en su corazón a los que le habían encarcelado. Sólo así pudo enseñar a los unos y los otros el camino de la reconciliación.

Cuanto cuesta dar ese primer paso...

Angelo dijo...

Es un gran preámbulo para verla. Ha conseguido que me interese en ella. Muchas gracias.