jueves, 25 de noviembre de 2010

Antífona de comunión TO-XXXIV.2 / Mateo 28,20

Sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo –dice el Señor (Mt 28,20).
Saber de verdad algo supone, en cierta manera y por paradójico que parezca, olvidarlo. Yo sé andar y, sin necesidad de recordar conscientemente cómo se hace, ando. Es más, probablemente, si me pusiera a pensar en cada movimiento qué tengo que hacer, me tropezaría. Yo sé que hay un ciclo de estaciones y vivo con la tranquilidad del ritmo que la Providencia da a la creación, sin necesidad de recordarlo permanentemente. Saber, no simplemente tener datos almacenados, es estar en la verdad, vivir en ella. La verdad nos sostiene, no la agarramos nosotros, no necesita que la sujetemos. El niño duerme confiado en los brazos de la madre, está en la verdad de su amor.

En el momento de la comunión, no necesito recordar que Jesús está presente. Como no necesito recordar que el banco en el que me he sentado en la iglesia es de madera. Lo miro y basta. Y con fe miro a la hostia consagrada y es suficiente, no necesito decírmelo a mi mismo, no es necesario recordarme las palabras del catecismo. Está presente ante mí, está conmigo, con nosotros. Escucho creyentemente la fracción del pan y basta. Lo toco y gusto en mi boca y para qué más, si con fe lo siento. Aquí está con nosotros, conmigo. No necesito decirme que me ama, no es menester recordármelo, si estoy en la verdad de su amor.

«Sabed», nos dice. Sí, recuerdo las palabras: «Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo». Pero no me basta, me dice que tenga esa sabiduría. Necesito vivir en la verdad de su presencia. Con nosotros en la Eucaristía, en el paseo al atardecer, en los pucheros de la cocina, en la pobreza del vecino, en el dolor del enfermo,... Estar en su estar siempre con nosotros. Divina sabiduría. Fe.

1 comentario:

MJ dijo...

"Si tu supieras ...tu Me pedirias ..." (Juan 4,)

Y yo respondo: "Segnor, dame de ese Agua para que no tenga que venir yo al pozo a sacarla"