jueves, 6 de enero de 2011

Antífona de entrada. Epifanía / cf. Mal 3,1; 2 Crón 19,12


Mirad que llega el Señor del señorío: en su mano está el reino, y la potestad y el imperio (cf. Mal 3,1; 2 Crón 19,12).

La Eucaristía es epifanía, es manifestación de Dios, pues el que está presente se hace presente aún más. Presente en la asamblea, en el celebrante, en la Palabra proclamada, su Cuerpo se hace presente verdadera, real y sustancialmente sobre el altar. El que está llega aún más. Y el que está presente en el fiel se hace aún más presente al comulgar. Y ese acrecimiento de presencia es dilatación de esperanza en que llegará con presencia aún mayor; ya no bajo la apariencia de pan y vino, sino en gloria.

El que está y llega es el Señor, es el mismo Dios. Y la antífona nos hace una invitación a abrir la atención a esa llegada del que está y, sin embargo, lo está, mas trascendiendo siempre el mundo en que presente está. Una llamada a la contemplación y, a la par, una escuela de la misma. El presente y trascendente, el que está y llega, nos va indicando que la contemplación es quietud in-quieta, movimiento in-movil.

Porque no es simple mirar, sino mirarle a Él, a quien con su sola presencia todo jerarquiza en su torno, a quien se da como Amor que enamora, que eleva a participar en ese ser Amor, que eso en verdad es enamoramiento. Lo que no podemos Él lo puede, porque su reino es el reinar del Amor, y tiene la potestad y el imperio del Amor que Él es.

Mirar a Jesús es mirar al Amor que en-amora.


[Aquí tenéis un comentario a la antífona de comunión de la Epifanía]

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