domingo, 11 de diciembre de 2011

Verificación de la llamada (RB Pról. 14-21) - V


Querer lo deseado, querer la divinización, es responder con uno mismo. Y a ése le está diciendo Dios en la Escritura: «aparta tu lengua del mal y no hablen tus labios el engaño; apártate del mal y haz el bien, busca la paz y síguela» (Sal 34(33), 14-15). ¿Y qué quiere decir esto?

Ciertamente cumplir los mandamientos, vivir conforme a las tablas de la Tora divina, como había hecho aquel joven (cf. Mt 19,16-22) que se acercó a Jesús con interés por saber qué había de hacer para heredar la vida eterna, la «vida verdadera y perpetua». Al menos en relación a la segunda tabla, en relación a los mandamientos que se refieren a los hombres. Pero la tabla que se remite a Dios, en ese pasaje evangélico, queda identificada con el mismo Jesús. Por eso, el deseo de vida eterna, el apetito de divinidad, se resuelve en el seguimiento de Cristo, que es nuestra paz (cf. Ef 2,14): «Busca la paz y síguela». He ahí la guía para dar en el blanco existencial.

Quien quiere ser perfecto, ha de dejarlo todo y seguir a Jesús (cf. Mt 19,21; Mc 1,18.20; Lc 5,11), quien quiere seguir la paz no puede andar mirando atrás (cf. Lc 9,62); el seguimiento es de una total radicalidad: «El que quiera venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga» (Mc 8,34).

Quien busca la paz, se encuentra con Cristo, pero para seguirle, para seguir la paz encontrada es preciso negarse a sí mismo y cargar con la cruz. El que hace de su «yo», de él mismo, un amén descubre que está llamado a una vida cultual, sacrificial.

El verdadero discípulo recibe una llamada a unirse al sacrificio de Cristo, que es culto al Padre y salvación de los hombres. Pero la víctima tiene que ser pura, de ahí la llamada a negarse a sí mismo, a purificarse de todo pecado y afecto desordenado, a desasirse  no simplemente de cosas materiales, sino de la figura de uno mismo configurada sobre los falsos dioses, moldeada desde la soberbia. Y así poder cargar con el mal del mundo, con la cruz, y subir tras Él a ser, sobre el Calvario, víctima con la única verdadera Víctima del único Sacrificio redentor.


[Foto por gentileza de una contertulia]

3 comentarios:

RockyMarciano dijo...

Como el texto que se glosa apareció el 13 de noviembre, 29 días y ocho entradas atrás, me permito recordar la cita:

Y el Señor, buscando a su obrero en la multitud del pueblo a la que clama, dice una vez más: «¿Quién es el hombre que quiere la vida y desea ver días buenos?» [Sal 34(33),13; cf. 1Pe 3,10-12; Mt 20,1-16]. Si tú, al oírlo respondes: «Yo», Dios te dice: «"Si quieres tener vida verdadera y perpetua, aparta tu lengua del mal y no hablen tus labios el engaño; apártate del mal y haz el bien, busca la paz y síguela" [Sal 34(33), 14-15]. Y cuando hayáis hecho esto, mis ojos estarán sobre vosotros y mis oídos hacia vuestras peticiones, y antes de que me invoquéis, os diré [cf. Sal 34(33), 16; Is 58,9: 65,24]: "Aquí estoy" [Is 58,9]». ¿Qué hay para nosotros, hermanos carísimos, más dulce que esta voz del Señor que nos invita? He aquí al Señor, en su paternal ternura, mostrándonos el camino de la vida [cf. Sal 16(15), 11; Prov 6,23; Jer 21,8]. Ciñéndonos, pues, nuestros lomos con la fe o, si se quiere, con la observancia de las buenas obras, sigamos sus caminos conducidos por el Evangelio para que merezcamos ver a Aquél que nos ha llamado a su Reino [cf. Lc 12,35; Ef 6,14; 1Tes 2,12] (RB Pról. 14-21).

Para leer la regla completa:
- en latín
- en español

Que Dios bendiga a todos.

Anónimo dijo...

Hay veces que es bueno que nos hagan recordar una y otra vez esta regla ya que estemos dentro del monacato o fuera nos hara buen servicio.
Nerea

Anónimo dijo...

Lo prometido es deuda ,le envio el enlace ya me comentará,a mi me ha robado el corazón
Nerea

http://www.youtube.com/watch?v=2JpERcEz178&feature=related